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25N: Los movimientos del electorado

Como comentaba Àngels Pont ayer, cuatro eran las incógnitas principales que planteaba el 25-N durante las semanas previas a las elecciones: el nivel de participación, la magnitud de la victoria de CiU, la magnitud del retroceso del PSC y el papel del resto de formaciones.

Finalmente, el elemento más trascendente ha sido la participación, que ha sobrepasado las expectativas previas, superando en cinco puntos el máximo histórico de 1984 en unas elecciones al Parlament y situándose en niveles propios de unas elecciones generales. Este importante crecimiento de la participación ha perjudicado a los que hasta ahora eran los dos partidos centrales del sistema político catalán, CiU y el PSC, y ha beneficiado a las formaciones más alejadas del centro, tanto en el eje nacional como en el ideológico.

Pero, además de la participación, el otro elemento que explica el resultado electoral es evidentemente los trasvases de voto entre partidos, es decir, los votantes que han cambiado su voto entre las elecciones de 2010 y las de 2012. ¿Cómo han sido estos movimientos? ¿Han cambiado durante la precampaña y la campaña? A continuación, intentaremos explicar las transferencias de voto que se han producido comparando la última encuesta preelectoral elaborada por GESOP durante los cuatro días previos a los comicios, con las tres realizadas entre finales de septiembre y mediados de noviembre y publicadas en EL PERIÓDICO.

La principal noticia de la noche electoral fue el resultado de CiU, que, con poco más del 30% de los votos y 50 diputados, quedó lejos de las expectativas creadas. Las encuestas publicadas desde la convocatoria de las elecciones hasta el domingo antes de los comicios, ya reflejaban un gradual desgaste de la federación nacionalista, desgaste que se acentuó durante la última semana. ¿A qué se debe atribuir este retroceso?

En primer lugar, a una paulatina disminución de los trasvases de voto desde otros formaciones hacia la federación nacionalista, especialmente desde el PSC. Analizando la serie de encuestas preelectorales realizadas desde finales de septiembre, se pone de manifiesto que el número de votos que los socialistas y otras formaciones pasaban a CiU iba reduciéndose gradualmente, así como el de abstencionistas de 2010 que ahora optaban por Mas. Esta tendencia se acentuó de tal manera que finalmente el saldo de la federación nacionalista con el resto de partidos ha acabado siendo negativo para CiU en casi todos los casos, es decir, la federación nacionalista ha acabado dando a los otros partidos más votos de los que ha recibido de ellos, cuando al principio de la precampaña no era así.

En segundo lugar, este desgaste también se debe a un incremento de las fugas de voto entre el electorado de CiU en todas direcciones, sobre todo hacia la abstención, ERC y el PSC, pero también hacia el PP e incluso hacia C’s e ICV-EUiA. Los votos ganados por la federación nacionalista entre los abstencionistas de 2010 no han sido suficientes para compensar estas pérdidas. De hecho, se observa que CiU mantiene una fidelidad de voto similar en toda la serie de encuestas preelectorales realizadas desde septiembre, pero que sus electores indecisos se van reduciendo a favor de los que optan por cambiar de voto.

El análisis de estas transferencias y de la distribución territorial de la caída del apoyo a CiU, que es muy significativa en la Área Metropolitana, indica que la federación nacionalista ha perdido parte del voto ganado en 2010, voto que no había vuelto a casa como se interpretó entonces desde algunos sectores, sino que se trataba de voto útil prestado con el objetivo de echar al tripartit de la Generalitat que ahora ha optado por otras opciones.

En cuanto al PSC, los socialistas han obtenido sus peor resultados en unas elecciones catalanas, debido a una fidelidad de voto muy baja, que no llega al 50% (la más baja de todas las formaciones, sólo superada por la de SI). La otra mitad de su electorado se ha repartido a partes iguales entre los que han optado por la abstención y los que han preferido otra formación, especialmente ICV-EUiA, pero también C’s, ERC, CiU y, en menor medida, el PP. Los votos ganados entre abstencionistas de 2010 que esta vez han ido a votar han servido para mitigar el retroceso de los socialistas, pero no han sido suficientes para evitar que perdieran la segunda posición en el Parlament.

En relación al resto de partidos, ERC y C’s han sido las formaciones que más han crecido respecto a los anteriores comicios, favorecidas por el aumento de participación y el desgaste de los partidos que ocupan su mismo espacio en el eje nacional, CiU y SI en el caso de ERC y el PP y el PSC en el de C’s. ICV-EUiA ha crecido gracias sobre todo a socialistas desencantados y abstencionistas, pero ha visto limitado su crecimiento por la competencia de las fuerzas de izquierda puramente independentistas (ERC y la CUP). El PP ha obtenido unos resultados similares a los de 2010, ya que el incremento de la participación les ha permitido compensar la marcha de una parte de su electorado hacia C’s. SI se ha quedado sin representación en el Parlament porque su electorado se ha dispersado entre las otras tres fuerzas soberanistas (CUP, ERC y CiU) y la CUP ha conseguido entrar en la cámara al aglutinar votantes que en 2010 habían optado por formaciones extraparlamentarias , el voto en blanco / nulo o la abstención.

En definitiva, los que hasta ahora eran los dos principales partidos del país registran sumados su mínimo histórico en unas elecciones catalanas (44,7% de los votos y 51,9% de los escaños). El resultado es un Parlamento igual de soberanista que el saliente pero más de izquierdas y más plural; seguramente más representativo de la realidad del país pero también más complicado a la hora de sumar mayorías que aseguren la gobernabilidad en tiempos difíciles.

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